VUELVO A CASA VUELVO... POR NAVIDAD
Enciendo la tele y no me lo puedo creer: ¡Es diciembre y se están bañando en la playa! Abro la ventana y compruebo que más que Navidad parece primavera. Como dice mi abuela, "este tiempo está tan loco como la vida misma". Llevo toda la vida escuchándola decir "desde que el hombre pisó la luna, ya nada es lo que era". Mira que me he reído siempre, pero al final va a tener razón. Yo también hecho de menos aquellas navidades de calles y campos nevados, chimeneas humeantes y olor a castañas asadas. Sé que para muchos estas fechas no son más que un invento de los centros comerciales; para otros, una olla a presión de conflictos familiares, los hay que detestan estos días porque se acuerdan de los que ya no están... Pero lo confieso, no me da vergüenza, me sigo emocionando cada vez que se encienden las luces del árbol de Navidad. Y entonces vuelvo a cantar eso de "vuelvooo a casa vuelvooo por Navidad". Un viaje que se repite año tras año.
Poner el árbol y el belén es todo un ritual, eso sí, siempre todos juntos. Unos mirando, otros van dando órdenes y otros colocando bolas. Empaquetar y desempaquetar todos los años las mismas figuras, los mismos adornos y sin embargo cada año nada se parece al año anterior. Mi madre pensando en qué se va a cenar. Mi padre preparando los primeros aperitivos. Y todos venga a comer y comer. Es cierto, en estas fechas parece que el mundo se fuera a acabar y devoramos cantidades de las que luego nos arrepentimos. Cuando el ángel o la estrella corona el árbol, cuando el niño Jesús ya reposa en su pesebre, es que la Navidad por está aquí.
Sí que me acuerdo de aquellas navidades en las que soñábamos con la llegada de las inocentadas y la compra de bromas en la Plaza Mayor; de las travesuras que sacaban de quicio a mi abuela; con las historias de viejas navidades en época de postguerra que narraban mis mayores; con las primeras salidas de Nochevieja, con el mal trago de las uvas que siempre se nos atragantan... Sé que no se puede volver a los viejos tiempos donde un día uno fue feliz, pero también sé que se pueden crear nuevos momentos en los que también seremos felices.
Los años van pasando, pero no hay nada como pasear por las calles en busca del espíritu navideño y, no hay nada más bellos, que colgar los buenos deseos en nuestros corazones. Por eso este año, una vez más, quiero escribir la carta a los Reyes Magos:
Este año me he comportado como he podido y dadas las circunstancias, sólo puedo decir que he sobrevivido, que no es poco. Os podría pedir miles y miles de cosas, pero me voy a limitar a desear la felicidad a todas las personas que quiero:
Deseo que mantengan la salud e incluso la mejoren. Dales fuerzas para ir al gimnasio, al médico, cuidarse los hábitos como ellos consideren, que ante el dolor se crezcan, que piensen en positivo y, sobre todo, que sigan acompañándome en mi camino. Eso sí, muy cerquita para sentir su aliento.
Deseo que puedan sentirse realizados acudiendo a un trabajo, sufriendo los duros despertares de los lunes tras el domingo. Deseo que sigan quejándose de las horas extras que no les pagan, de la competencia en la oficina, de los dimes y diretes… porque eso significará que siguen trabajando. Que sigan teniendo historias que contar y nos regalen más libros, nos hagan más pelis o nos cocinen mejor que Arguiñano.Que no dejen de inventar cosas nuevas con sus manos y no paren de sorprendernos.
Deseo que no sean indiferentes a las alegrías y penas del corazón. Que sigan creyendo en las historias felices y románticas. Que nunca digan nunca más y tiren la toalla. Que sus ojos vuelvan a brillar tras ese primer beso. Que la lluvia de caricias y besos les inunde sus corazones.
Deseo que nunca les falte la ilusión, la esperanza, la fe en el ser humano, y sobre todo el valor de la amistad. Deseo que no pierdan la sonrisa jamás.
Deseo que mi familia siga abriéndome sus brazos y corazones para darme fuerza cuando la necesite.
Y por último, para mí, deseo que yo sea una tía feliz pero que muy feliz, y si eso viene además con un poco de trabajo mejor.
Aquí os estaré esperando, con los zapatitos limpios y algo de anís y turrón. Este año los pondré al lado de la chimenea para que no paséis frío.
Un beso muy fuerte.<>
Posdata: Mil gracias porque este año Baltasar me ha traído todo lo que he pedido. Un trabajo, nuevos amigos y el cariño de mi gente.
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